El viento mueve las hojas con furia, con esa venganza que succiona un recién nacido.
Mis cactus adoptados florecen agradecidos del agua que les dí para ahogarlos.
El cielo incansable se ríe de nosotros... vidas efímeras y banales, criándonos entre todos, tan iguales, tan juntos, tan revueltos.
lunes, 18 de febrero de 2008
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